martes, 17 de diciembre de 2013

Vuelta al Brownie... pero de choco blanco...

TRALALALARITOOO... PREPARO EL PASTELITOOO, TRALALALARÓN... ¡¡ME GUSTA MOGOLLÓN!!
Estaréis pensado que si cogiera un taburete llegaría mejor a los huevos... pero he de deciros que después de esta foto, los cogí de un delicado saltito. Porque ante todo, uno es un gato con clase y glamour.
 Una vez tuve los huevos, el chocolate blanco, la harina, la vainilla, el azúcar y la batidora preparada, me dispuse a elegir el molde.
Imagino que ante mi belleza pelirroja no habréis casi ni parado en mirar los moldes. Lo entiendo, a mi me pasa lo mismo cuando tengo la suerte de poder mirarme al espejo. Yo pienso, ¿que habré hecho yo para merecer semejante hermosura? ¿que habré hecho yo para salir encima así de listo y de pastelero? Supongo que estas preguntas podrían ser dignas de un especial de Cuarto Milenio, pero lo dejaremos para otro día. Ahora lo que estábamos tratando era mi elección de molde. 
Una vez escogí el molde, lo unté bien de mantequilla y lo espolvoreé con harina.
Lo siguiente que hice fue preparar la masa, que en un primer momento me pareció que olía de maravilla... y de hecho, oler... olía... y muy bien.
Este fue el resultado:
Aunque luce bonito y sabroso... la tristeza fue cuando la abuela humana me mandó un whatsapp para decirme que el choco blanco le había dado demasiado gusto a leche y no había quedado tan bueno, como normalmente me quedan mis pasteles... así que decidí hacer mi brownie tradicional para Navidades y dejar las pruebas con este para más adelante.
Aún así, como siempre la abuelita humana contenta y agradecida. De hecho no me mandó ni una miga para que probase. Así que eso me hace sentir muy bien, porque tan malo no debía estar... aunque seguro que sino el abuelito humano se lo zampará!! porque es un goloso de remate!!!
Después de la aventura, y aprovechando que mis papis humanos se iban a casa de los abus, me decidí estirar en mi silla preferida, apagar las luces y tramar un plan para tirar el árbol de Navidad que tan cuidadosamente habían colocado.
¡JA JA JA JA JA JA JA JA JA!
Por cierto, finalmente me encontré una carta del ratoncito pérez que me decía mi regalo por los colmillos caídos era un día en el veterinario para hacerme algo que llaman castración. No suena como la palabra SPA pero imagino que un día de cambio de rutina no estará mal. Ya os contaré amigos, a la vuelta.
Por el momento, seguiré haciendo la carta a los reyes magos y al viejales barbudo a ver si se enrollan un poco más que el dichoso ratoncito.
Ánimo a todos que ya queda poquito para Navidad!!!
Lametones a doquier!!
Bubi, el repostero más dicharachero!

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